viernes, 17 de diciembre de 2010

Algo del Clasisimo

Clasicismo
El clasicismo es una corriente estética e intelectual que tuvo su apogeo en los siglos XVII y XVIII. El clasicismo es uno de los pilares en que se apoya el Renacimiento, con una vuelta hacia las formas clásicas (griegas y romanas) en todas las artes. Esta vuelta se ve no sólo en las formas y estilos, es también una vuelta temática. Hay que pensar que el arte religioso había presidido el románico y el gótico, con lo que un arte más realista y cercano en la forma fue una revolución, lo que se conjuntó con temáticas más paganas, aunque a menudo cristianizadas. Temas mitológicos pueblan las pinturas, las esculturas y la lírica desde finales del siglo XV, naciendo en Italia, pero propagándose rápidamente por Europa, también es tema clásico el bucolismo pastoril. Se expresó en todos los dominios del arte, desde la arquitectura y la música hasta la pintura y la literatura. Suplantó progresivamente al Barroco, dejando espacio al Romanticismo antes de renovarse a través del Neoclasicismo
Definición: Tendencia estética basada en la imitación de los modelos de la antigüedad griega o romana, que valoraban la armonía de las proporciones del objeto artístico.
Marco histórico: Se pasa del feudalismo hacia el estado moderno y centralista actual, hay una transición de origen político, social... (en España esta transición se produce por acción de los Reyes Católicos -s.xv- y porque cesa la expansión del Imperio Español - Sicilia y Nápoles en Italia pertenecerá a la corona aragonesa. Italia pierde temporalmente la sede Papal (durante el siglo xiv la sede Papal está en Avignon bajo influencia francesa). A principios del siglo xv el estado Papal vuelve a Roma y se encuentra a Italia dividida en un mosaico de pequeños estados inestables y con cambios permanentes (al norte Milán y Venecia, al sur Nápoles y Sicilia -pasan mitad del siglo xv de dominio francés a dominio de la corona aragonesa-, en el centro los estados pontificios y Florencia). Estos son los estados más importantes y estables a nivel político. A nivel económico esa transición a la Edad Moderna implica la progresiva liberación de la economía de subsistencia -el vasallo trabaja para un señor feudal- (que es la base del feudalismo). Esto implica un auge del comercio, los comerciantes evolucionan a banqueros y precisan de unos conocimientos esenciales (matemáticas, leer, escribir...) y deciden establecerse en las ciudades que están libres de vasallaje, del poder feudal. Estas ciudades se establecen de manera democrática donde los que ostentan el poder no es una herencia de sangre, sino que lo ejercen por dinero. A nivel cultural el Clasicismo (o Renacimiento) implica la puesta en duda, el primer ataque a la ecolástica (filosofía dominante y única durante toda la Edad Media). En esta función tiene una importancia esencial el nacimiento de las universidades (centros de investigación urbano, ligados al crecimiento de las ciudades) y el interés de estas universidades por la recuperación de las lenguas clásicas (latín y griego) que permitirán descubrir o redescubrir los textos clásicos (ejemplo del “Vitruvio”).
Características: -Evolución del pensamiento ecolástico medieval (teocrático) al pensamiento humanístico (antropocéntrico -centrado en el hombre-). -Autonomía del arte, que se desvincula de lo religioso (aparecen nuevos temas, el hombre como figura central, y nuevos promotores, iglesias, ciudades...). -El hombre como protagonista y responsable del hecho artístico (el hombre es capaz de crear). -Inspiración en la naturaleza y exaltación de la belleza, -Rechazo de los métodos gremiales, artesanales, empíricos, sustituyéndolos por un conocimiento teórico o racional. -Cambio en el estatus social del artista e individualismo (conciencia de autor).
La influencia de estas características en arquitectura es que los espacios serán conmensurables (tendrán medidas), los espacios tendrán escala humana, la composición será antropomórfica (imitará la naturaleza humana -Leonardo Da Vinci-). Habrá un control métrico en planta y alzado observando teorías geométricas y matemáticas (sección áurea, etc.). Hay un retorno a las formas clásicas (órdenes, arco de medio punto, bóveda de cañón...). La responsabilidad es única y directa del autor de la obra. Hay un prestigio social de los arquitectos que hacen un diseño completo y previo de la obra. Hay una importancia progresiva de la arquitectura civil. Difusión del nuevo gusto a través de los tratados y del comercio y difusión de estos con nuevas tecnologías (la imprenta).
Arquitectura: En arquitectura, Brunelleschi cumplía en la Florencia cuatrocentesca un programa quintaesenciado de proposición y equilibrio, que, según Wittkower, realizaba el ideal clasicista de la proporción, cristianizado en el Medievo. Idéntico espíritu informaba el ideal central del arte canonizado por León Battista Alberti (concinnitas), vuelto al igual hacia S. Agustín y Vitrubio. En la propia Florencia, la vocación imperante del equilibrio artísticoclasicista pugnaba fructíferamente con las tendencias de ruptura expresionista de Masaccio y Donatello; y el triunfo, sin regateos, del ideal clasicista en Mantegna se conecta con la floración paduana del espíritu filológico y la emoción de la ciudad en el descubrimiento de los restos de Plinio. Aunque, sin duda, el más alto exponente de la clasicidad. toscana en el Renacimiento, será la apolínea poética de Piero della Francesca, quien, como nadie, supo «concordar norma y sentimiento, reglas y naturaleza» (E. Battisti), y cuyo influjo se proyecta en los retratos del humanista Antonello de Mesina, y a las madonnas juveniles de Rafael. Roma, con el gusto arqueológico por las reconstrucciones con piedras y elementos arquitectónicos del Coliseo, sella una vocación de c., bien pronto revisada por un espíritu abierto a vacilaciones interiores, a profundas crisis de conciencia, que afronta revolucionarios futuros de la expresión artística en Miguel Ángel. La Capilla Sixtina compendia y atesora la desesperada y tensa realización de una poética del día, que se extiende a la totalidad del s. XVI; y cuando el c. supera las fronteras italianas, entra de lleno en el torbellino de retorsiones externas e internas, que le impone la lucha de la Reforma, en Durero o en Juan de Herrera, en los que el ideal de depuración y equilibrio clasicista es ya sólo un sueño o una mera afirmación externa y pragmática.

Escultura: La escultura clasicista que se produjo en el primer cuarto del siglo XVI estuvo presidida y en buena parte eclipsada por el estro genial de Miguel Angel, cuya obra se había iniciado avasalladora desde la última década del XV y se expandirá por buena parte del cinquecento hasta su aliento final. Había frecuentado Buonarroti el jardín mediceo de San Marcos donde Lorenzo el Magnífico reunió muchas de sus esculturas antiguas, algunas de ellas de origen helénico o copias, más frecuentemente mármoles y medallas romanas, de cuya colección puso como conservador al escultor donatelliano Bertoldo. También le acompañaron otros estatuarios y pintores florentinos en dibujar esos mármoles, entre ellos su rival Pietro Torrigiano, con el que sostuvo agria disputa. La colección de antigüedades que un espíritu selecto como Isabel de Este congregó en su palacio de Mantua, influyó en Mantegna y también en los pequeños bronces de Pier Jacopo Alari Bonacolsi, más conocido por Antico, que traducen prototipos clásicos en escala menor. La colección papal, incrementada considerablemente desde Julio II, también proporcionó a los escultores presentes en Roma aleccionadores estímulos. El grupo del Laocoonte y sus hijos, el formidable drama helenístico de la escuela de Rodas descubierto en 1506 en la misma Roma, el Apolo del Belvedere y el Torso del Belvedere, que tanto admiraba Miguel Angel, la Venus Calipigia y muchos mármoles y bronces alumbrados por la arqueología, contribuyeron a insuflar lecciones de clasicismo, aunque fuera muy parcialmente por ausencia de otros modelos, que se extendieron a lo largo del siglo.
Pintura: En la pintura, y lo mismo que el caravagismo, el clasicismo es una reacción al manierismo que tiene su origen en Italia, donde surge el clasicismo romano-boloñés. Tiene su origen en Bolonia, ciudad intelectual y universitaria que reacciona frente a las formas caprichosas del manierismo optando por una pintura más realista pero buscando la belleza ideal y la expresión de los caracteres y estados de ánimo como hicieron en el arte de la antigua Grecia o en el Renacimiento. En este punto se aleja del naturalismo caravagista. Se difundió entre los eclesiásticos, pues se apartaba de la vulgaridad caravagista, y también en los medios cultos que veían la posibilidad de narrar historias mitológicas y alegorías. Cultivó un tipo de paisaje sereno y equilibrado, en el que a menudo aparecen ruinas clásicas. Este paisaje «clasicista» o «heroico» se difundió especialmente en Francia. Los boloñeses hermanos Annibale (†1609) y Agostino Carracci (†1602), así como su primo Ludovico Carracci (†1619) fueron los primeros cultivadores de esta corriente. Crearon la «Academia de los Deseosos» (después, «de los Encaminados») con la finalidad de enseñar a los pintores tanto las técnicas artísticas como una formación humanista. La obra maestra de Annibale Carracci, ejecutada con la ayuda de colaboradores, es la bóveda de la gran galería del palacio Farnesio, en Roma, inspirada por la Capilla Sixtina de Miguel Ángel. Entre los principales seguidores de Carracci están Domenichino (†1641), Guido Reni (†1642) y Albani. Influidos por la pintura barroca están Giovanni Lanfranco (†1647) y la obra de comienzos de Guercino (†1666), quien posteriormente se convierte en un severo clasicista siguiendo el modelo de Reni. Carlo Maratta (1625-1713) es el pintor que, a finales de siglo, sirve de enlace entre este clasicismo del Barroco con el neoclasicismo del siglo XVIII. El clasicismo romano-boloñés se extendió a otros países, como Francia. El Clasicismo francés se divulgó especialmente durante el reinado de Luis XIV, siendo el estilo favorito de la corte parisina, mientras que entre la burguesía y la Iglesia de provincias arraiga el caravagismo. Se da en el último tercio del siglo XVII. Se considera que el fundador fue Nicolas Poussin (1594-1665), que vivió en Roma y gustó del estilo de los clasicistas romanos, especialmente de Domenichino. La pretensión fundamental es la de imitar los modelos de la Antigüedad pero unido a una tendencia barroca. El otro gran maestro del clasicismo francés fue Claudio Lorena (1600-1682), que cultivó especialmente el paisaje. Influyó en corrientes pictóricas muy posteriores, como el Romanticismo y en el impresionismo. Este movimiento se prolonga en el Academicismo a lo largo del siglo XVIII paralelamente al Rococó. Resurgirá en el estilo neoclásico.
Música: En música, es el estilo caracterizado por la evolución hacia una música equilibrada entre estructura y melodía. Ocupa la segunda mitad del siglo XVIII. Franz Joseph Haydn, Wolfgang Amadeus Mozart y Ludwig van Beethoven son tres de sus representantes más destacados.
Literatura: En la expresión lírica. También la literatura tuvo su momento de equilibrado, previo, en cierto modo, a la etapa cinquecentesca de tensión artística, que catalizó la formación de un programa teórico de gran actividad dialéctica. Petrarca constituye, sin duda, mucho mejor la referencia originaria que su más genuino representante. Con los petrarquistas italianos, como Bembo o Tansillo o Lorenzo; Ronsard y su fecunda escuela en Francia, y en España con Garcilaso y Herrera, se realiza la gran aspiración de equilibrio clasicista en la lírica amorosa. Al tiempo que la pastoral virgiliana se difunde en el arte de «paraísos clásico-áureos» de las literaturas renacientes (M. J. Bayo) desde el Admeto de Boccaccio y la Arcadia de Sannazaro, a la Diana de Montemayor y la Galatea de Cervantes, la Astrea de Urfé y la Arcadia de Sidney. Por último, la lógica horaciana describía un itinerario muy semejante de Italia a España con fray Luis de León (Dámaso Alonso), a Francia con Ronsard y Peletier o a la Inglaterra de Milton; en tanto que el desdibujado modelo, de máXIma arquetipicidad clasicista, la oda pindárica, se recreaba en Ronsard y Chiabrera. 

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