viernes, 17 de diciembre de 2010

Algo del Romanticismo

Romanticismo
El Romanticismo es un movimiento cultural y político originado en el Reino Unido y Alemania a finales del siglo XVIII como una reacción revolucionaria contra el racionalismo de la Ilustración y el Neoclasicismo, dándole importancia al sentimiento. Su característica fundamental es la ruptura con la tradición neoclasicista basada en un conjunto de reglas estereotipadas. La libertad auténtica es su búsqueda constante, por eso es que su rasgo revolucionario es incuestionable. Debido a que el romanticismo es una manera de sentir y concebir la naturaleza, la vida y al hombre mismo es que se presenta de manera distinta y particular en cada país donde se desarrolla; incluso dentro de una misma nación se desarrollan distintas tendencias proyectándose también en todas las artes. Se desarrolló fundamentalmente en la primera mitad del siglo XIX, extendiéndose desde Inglaterra a Alemania. Después a Francia, Italia, España, etc. Su vertiente literaria se fragmentaría posteriormente en diversas corrientes, como el Parnasianismo, el Simbolismo, el Decadentismo o el Prerrafaelismo, reunidas en la denominación general de Postromanticismo, una derivación del cual fue el llamado Modernismo hispano. Tuvo fundamentales aportes en los campos de la literatura, el arte y la música. Posteriormente, una de las corrientes vanguardistas del siglo XX, el Surrealismo, llevó al extremo los postulados románticos de la exaltación del yo.
Definición: El Romanticismo se caracteriza del punto de vista religioso por ser una oposición entre el mundo clásico-pagano y el romántico-cristiano. Otra forma de definirlo apunta mas bien a la finalidad de la literatura romántica, en cuanto un arte destinado a “entretener la imaginación, sorprenderla y conmover profundamente el corazón de forma distintas a las conocidas hasta ahora”. Existe otro punto de vista para definir el romanticismo: El sentido de libertad. Esta es la planteada por el francés Víctor Hugo quien afirma que “el romanticismo no es sino el liberalismo en literatura” Desde este punto de vista el romanticismo se relaciona con las ideas de progreso social y moral originadas en la ilustración. Esta idea apunta también a que el racionalismo ilustrado postulaba a una ruptura de lo tradicional, clásico, monótono, olvidaba las antiguas ideas para hacer relucir las verdaderas capacidades intelectuales del hombre, su máximo potencial, como su única puerta para alcanzar la perfección. Una cuarta idea de romanticismo, apunta a lo histórico-social. Esta considera que: “El clasicismo ha sido fruto de las sociedades antiguas y el romanticismo, de las modernas”, con esto esta invitando a un nuevo estilo de vida y de interpretación de la existencia.

Término: El origen del término "romanticismo" dista mucho de ser claro, además, la evolución del movimiento cambia según el país. En el siglo XVII aparece ya en Inglaterra con el significado de "irreal". Samuel Pepys (16331703) lo emplea en el sentido de "emocionante" y "amoroso". James Boswell (17401795) lo utiliza para describir es aspecto de Córcega. Romantic aparece como adjetivo genérico para expresar lo "pasional" y "emotivo". En Alemania, sin embargo, fue empleado por Johann Gottfried Herder como sinónimo de "medieval". El término romanhaft (novelesco) fue reemplazado por romantisch, con connotaciones más emotivas y pasionales. En Francia, Jean-Jacques Rousseau 
lo utiliza en una descripción del Lago de Ginebra. En 1798, el Diccionario de la Real Academia recoge el sentido natural y el sentido literario de romantique. En España hay que esperar hasta 1805 para dar con la expresión romancista. Durante los años 1814 y 1818, tras sucesivas polémicas, se usan, aún con indecisión, los términos de romanesco, romancesco, románico y romántico. Los precursores del Romanticismo, que se extendió por Europa y América, son Rousseau (17121778), pensador francés, y el dramaturgo alemán Goethe (17491832). Bajo el influjo de estas figuras los románticos se encaminan a crear obras menos perfectas y menos regulares, pero más profundas e íntimas. Buscan entre el misterio e imponen los derechos del sentimiento. Su lema es la libertad en todos los aspectos de la vida.
Marco histórico: El Romanticismo abarca la primera mitad del siglo XIX, que es una etapa de fuertes tensiones políticas. Los conservadores defienden sus privilegios pero los liberales y progresistas luchan por suprimirlos. Se abre paso el laicismo y la masonería goza de gran influencia. El pensamiento católico tradicional se defiende frente a las nuevas ideas de los librepensadores y seguidores del filósofo alemán Krause. La clase obrera desencadena movimientos de protesta de signo anarquista y socialista, con huelgas y atentados. Mientras en Europa se desarrolla fuertemente la industria y se enriquece culturalmente, España ofrece la imagen de un país poco adelantado y que cada vez está más alejado de Europa.
Características: El Romanticismo es una reacción contra el espíritu racional e hipercrítico de la Ilustración y el Neoclasicismo, y favorecía, ante todo:
  • La conciencia del Yo como entidad autónoma.
  • La primacía del Genio creador de un Universo propio.
  • La supremacía del sentimiento frente a la razón neoclásica.
  • La fuerte tendencia nacionalista.
  • La del liberalismo frente al despotismo ilustrado.
  • La de la originalidad frente a la tradición clasicista.
  • La de la creatividad frente a la imitación neoclásica.
  • La de la obra imperfecta, inacabada y abierta frente a la obra perfecta, concluida y cerrada.
Es propio de este movimiento:
  • Un gran aprecio de lo personal, un subjetivismo e individualismo absoluto, un culto al yo fundamental y al carácter nacional o Volksgeist, frente a la universalidad y sociabilidad de la Ilustración en el siglo XVIII; en ese sentido los héroes románticos son, con frecuencia, prototipos de rebeldía (Don Juan, el pirata, Prometeo) y los autores románticos quebrantan cualquier normativa o tradición cultural que ahogue su libertad, como por ejemplo las tres unidades aristotélicas (acción, tiempo y lugar) y la de estilo (mezclando prosa y verso y utilizando polimetría en el teatro), o revolucionando la métrica y volviendo a rimas más libres y populares como la asonante.
Igualmente, una renovación de temas y ambientes, y, por contraste al Siglo de las Luces (Renacimiento), prefieren los ambientes nocturnos y 
  • luctuosos, los lugares sórdidos y ruinosos (siniestrismo); venerando y buscando tanto las historias fantásticas como la superstición, que los ilustrados y neoclásicos ridiculizaban.
  • Un aspecto del influjo del nuevo espíritu romántico y su cultivo de lo diferencial es el auge que tomaron el estudio de la literatura popular (romances o baladas anónimas, cuentos tradicionales, coplas, refranes) y de las literaturas en lenguas regionales durante este periodo: la gaélica, la escocesa, la provenzal, la bretona, la catalana, la gallega, la vasca... Este auge de lo nacional y del nacionalismo fue una reacción a la cultura francesa del siglo XVIII, de espíritu clásico y universalista, dispersada por toda Europa mediante Napoleón.
  • El Romanticismo se expandió también y renovó y enriqueció el limitado lenguaje y estilo del Neoclasicismo dando entrada a lo exótico y lo extravagante, buscando nuevas combinaciones métricas y flexibilizando las antiguas o buscando en culturas bárbaras y exóticas o en la Edad Media, en vez de en Grecia o Roma, su inspiración.
  • Frente a la afirmación de lo racional, irrumpió la exaltación de lo instintivo y sentimental. "La belleza es verdad"
  • Evocación del pasado. Se alejaron de la realidad evadiendo el tiempo. Predominaron en ellos los sentimientos de tristeza, melancolía, amor a la soledad, escenarios lúgubres, descontento.
  • Deseo de libertad del individuo, de las pasiones y de los instintos que presenta "el yo", subjetivismo e imposición del sentimiento sobre la razón.
  • En consonancia con lo anterior, y frente a los neoclásicos, una mayor valoración de todo lo relacionado con la Edad Media, frente a otras épocas históricas.
Primeras manifestaciones: El Romanticismo penetra en España por Andalucía y por Cataluña (El Europeo):
  • En Andalucía: El cónsul de Prusia en Cádiz, Juan Nicolás Böhl de Faber, padre de la novelista "Fernán Caballero", publicó entre 1818 y 1819 en el Diario Mercantil gaditano, una serie de artículos en los que defendía el teatro español del Siglo de Oro, tan atacado por los neoclasicistas. A él se enfrentaron José Joaquín de Mora y Antonio Alcalá Galiano, empleando para ello argumentos tradicionalistas, antiliberales y absolutistas. Las ideas de Böhl de Faber eran para ellos inaceptables (pues seguían aferrados a la Ilustración), pese a que representaban la modernidad literaria europea.
En Cataluña: El Europeo fue una revista publicada en Barcelona entre 1823 y 1824 por dos redactores italianos, un inglés y los jóvenes catalanes Bonaventura Carles Aribau y Ramón López Soler. Dicha publicación defendió el Romanticismo moderado y tradicionalista siguiendo el modelo de Böhl, negando totalmente los valores del neoclasicismo. En sus páginas, se hace por primera vez una exposición de la ideología romántica a través de un artículo de Luigi Monteggia titulado Romanticismo.



Manifestaciones culturales: El movimiento literario Sturm und Drang (en alemán: tormenta e ímpetu), desarrollado durante la última mitad del siglo XVIII, fue el precedente importante del Romanticismo Alemán. Los autores importantes fueron (el joven) Johann Wolfgang von Goethe, (el joven) Friedrich Schiller y Friedrich Gottlieb Klopstock.
Romanticismo alemán: El Romanticismo alemán no fue un movimiento unitario. Por ello se habla en las historias literarias de varias fases del Romanticismo. Una etapa fundamental fueron los años noventa del siglo XVIII (Primer Romanticismo), pero las últimas manifestaciones alcanzan hasta la mitad del siglo XIX. Los filósofos dominantes del romanticismo alemán fueron Johann Gottlieb Fichte y Friedrich Wilhelm Joseph Schelling (los fundadores del Idealismo Alemán). Los autores más importantes son Novalis, Ludwig Tieck, Friedrich Schlegel, Clemens Brentano, August Wilhelm Schlegel, Achim von Arnim, E.T.A. Hoffmann, y Friedrich Hölderlin. Postromántico se puede considerar a Heinrich Heine.
Romanticismo francés: El Romanticismo francés tuvo su manifiesto en Alemania (1813), de Madame de Staël, aunque el gran precursor en el siglo XVIII fue Jean-Jacques Rousseau, autor de Confesiones, Ensoñaciones de un paseante solitario, el Emilio y El contrato social, entre otras obras. En el siglo XIX sobresalieron Charles Nodier, Víctor Hugo, Alphonse de Lamartine, Alfred Victor de Vigny, Alfred de Musset, George Sand, Alexandre Dumas (tanto hijo como padre), entre otros; son los mayores representantes de esta estética literaria.
Romanticismo inglés: El Romanticismo comenzó en Inglaterra casi al mismo tiempo que en Alemania; en el siglo XVIII ya habían dejado sentir un cierto apego escapista por la Edad Media y sus valores poetas falsarios inventores de heterónimos medievales como James Macpherson o Thomas Chatterton, pero el movimiento surgió a la luz del día con los llamados poetas lakistas (Wordsworth, Coleridge, Southey), y su manifiesto fue el prólogo de Wordsworth a sus Baladas líricas, aunque ya lo habían presagiado en el siglo XVIII Young con sus Pensamientos nocturnos o el originalísimo William Blake. Lord Byron, Percy Bysse Shelley y John Keats son los poetas canónicos del Romanticismo inglés. Después vinieron el narrador Thomas De Quincey, y Elizabeth Barrett Browning y su marido Robert Browning, este último creador de una forma poética fundamental en el mundo moderno, el monólogo dramático. En narrativa destaca Walter Scott, creador del género de novela histórica moderna con sus ficciones sobre la Edad Media inglesa, o las novelas góticas El monje de Lewis o Melmoth el Errabundo, de Charles Maturin.
Romanticismo italiano: El Romanticismo italiano tuvo su manifiesto en la Lettera semiseria de Grisóstomo del Berchet (1816) y destaca, sobre todo, por la figura de los poetas Ugo Foscolo, autor del famoso poema Los Sepulcros, y Giacomo Leopardi, cuyo pesimismo se vierte en composiciones como El infinito o A Italia. El romanticismo italiano tuvo también una gran novela histórica, I promesi sposi (Los novios), de Alessandro Manzoni.

Romanticismo español: En España la ideología romántica tuvo precedentes en los afrancesados ilustrados españoles, como se aprecia en las Noches lúgubres de José de Cadalso o en los poetas prerrománticos (Nicasio Álvarez Cienfuegos, Manuel José Quintana...), que reflejan una nueva ideología presente ya en figuras disidentes del exilio, como José María Blanco White. Pero el lenguaje romántico propiamente dicho tardó en ser asimilado, debido a la reacción emprendida por Fernando VII tras la Guerra de la Independencia, que impermeabilizó en buena medida la asunción del ideario romántico. A pesar de ello, ya en la segunda década del siglo XIX, el diplomático Juan Nicolás Böhl de Faber publicó en Cádiz una serie de artículos entre 1818 y 1819 en el Diario Mercantil a favor del teatro de Calderón de la Barca contra la postura neoclásica que lo rechazaba, que suscitó un debate en torno a los nuevos postulados románticos. Más tarde, en el periódico barcelonés El Europeo (1823-1824), Bonaventura Carles Aribau y Ramón López Soler defendieron el Romanticismo moderado y tradicionalista del modelo de Böhl, negando decididamente las posturas neoclásicas. En sus páginas se hace por primera vez una exposición de la ideología romántica a través de un artículo de Luigi Monteggia titulado Romanticismo. Algunos escritores liberales españoles, emigrados por vicisitudes políticas, entraron en contacto con el Romanticismo europeo, y trajeron ese lenguaje a la muerte del rey Fernando VII en 1833. La poesía del romántico exaltado está representada por la obra de José de Espronceda y la prosa, por la figura decisiva de Mariano José de Larra. Un romanticismo moderado encarnan José Zorrilla, poeta y dramaturgo, autor del Don Juan Tenorio; y el Duque de Rivas, que, sin embargo, escribió la obra teatral que mejor representa los temas y formas del romanticismo exaltado: Don Álvaro o la fuerza del sino. Un Romanticismo tardío, más íntimo y poco inclinado por temas político-sociales, es el que aparece en la segunda mitad del siglo XIX, con la obra de Gustavo Adolfo Bécquer, la gallega Rosalía de Castro, Alan Hardy y Augusto Ferrán, que experimentaron el influjo directo con la lírica germánica de Heinrich Heine y del folclore popular español, recopilado en cantares, soleás y otros moldes líricos, que se publicó en esta época. Sin embargo, hay quienes sostienen que el Romanticismo poético en español tuvo manifestaciones pobres, y que obras más acordes con está sensibilidad se encuentran en las crónicas histórico-ficticias (Tradiciones) del peruano Ricardo Palma. Otros nombres a destacar son el cubano José María de Heredia.
Romanticismo musical: Comenzó en Alemania, partiendo de Beethoven y siendo seguido por Weber en 1786 y Félix Mendelssohn. Es un estilo musical imaginativo y novelesco. Este movimiento afectó a todas las artes y se desarrolló sobre todo en Francia y Alemania. La estética del romanticismo se basa en el sentimiento y la emoción. En el romanticismo se piensa que la música pinta los sentimientos de una manera sobrehumana, que revela al hombre un reino desconocido que nada tiene que ver con el mundo de los sentimientos que le rodea. El estilo romántico es el que desarrolla la música de programa y el cromatismo de una forma predominante. Se da a lo largo de todo el siglo XIX, aunque al principio del siglo XX se entra en el impresionismo. De forma diferente a la Ilustración dieciochesca, que había destacado en los géneros didácticos, el Romanticismo sobresalió sobre todo en los géneros lírico y dramático; en este se crearon géneros nuevos como el melólogo o el drama romántico que mezcla prosa y verso y no respeta las unidades aristotélicas.

Incluso el género didáctico pareció renovarse con la aparición del cuadro o artículo de costumbres. La atención al yo hace que empiecen a ponerse de moda las autobiografías, como las Memorias de ultratumba de François René de Chateaubriand. También surgió el género de la novela histórica y la novela gótica o de terror, así como la leyenda, y se prestó atención a géneros medievales como la balada y el romance. Empiezan a escribirse novelas de aventuras y folletines o novelas por entregas.
Arquitectura: El neoclasicismo arquitectónico no tuvo una larga duración. Fue sustituido por numerosas imitaciones de estilos históricos que se sucedieron rápidamente: gótico, renacimiento, barroco, todos en la más diversas variedades. Rara vez se manifestaron puros y casi siempre se utilizaron de modo arbitrario los elementos aislados aprendidos en las escuelas de arquitectura. El romanticismo literario evoca el espíritu de la edad media, y al propio tiempo que descubría el pasado medieval en las antiguas ciudades, despertaba el interés por la arquitectura gótica, presentándola como estilo propio en contraposición al entusiasmo por la antigüedad grecorromana. Se terminaron edificios medievales cuya construcción se había interrumpido, como, por ejemplo en Alemania las catedrales de Colonia y de Ulm. La restauración vivió un período de intensa actividad, y se levantaron en estilo gótico no sólo iglesias, sino también edificios civiles, entre ellos estaciones férreas. El medievalismo de la época romántica no constituyó solo una reacción contra las rigideces de la frialdad del arte neoclásico. Una de las significaciones más profundas es la de la protesta de los pueblos del Norte, en especial, Inglaterra y Alemania, contra el dominio del arte mediterráneo. Tanto en Inglaterra como en Alemania, el particularismo nórdico no había crecido nunca totalmente a la sugestión de lo meridional. En caso concreto de Inglaterra, a pesar de los siglos de renacimiento y de la notable influencia de la obra de Palladio, ciertas formas de la arquitectura gótica mantuvieron una excepcional supervivencia. Así, por ejemplo, en pleno siglo XVIII, Horace Walpole levantaba en estilo gótico su residencia de Strawberry Hill, a finales del mismo siglo James Wyat construía, asimismo el gótico, el castillo de Fronthill Abbey. Wyat se dedicó también a la restauración de monumentos medievales, como el castillo de Windsor. Charles Barry es, quizás, la figura más importante de toda la arquitectura neogótica. Con él colaboró, en el proyecto para el palacio del Parlamento británico de Westminter, Augustus Pugin, hijo de un decorador francés que había proyectado los muebles góticos de Windsor. El mencionado proyecto ganó el concurso convocado al efecto y el palacio fue edificado, con abundancia de recursos entre 1840 y 1850. De una gran monumentalidad, se yergue a orillas de Támesis con una fachada de 285 metros de longitud, tras de las cuales se elevan torres que alcanzan casi los cien metros de altura. Inspirado en el estilo perpendicular de la vecina capilla de Eduardo VII, ofrece el poder plástico de su ritmo insistente y monótono, semejante al de una columnata clásica. Se caracterizó en buena parte por la evocación de los estilos propios de la Edad Media, especialmente el gótico. Así surgieron el neogótico, el neorománico o el neobizantino. Sin embargo rechazó el estilo renacentista que inspiró a los arquitectos neoclásicos. Durante el período romántico se terminaron edificios medievales inconclusos (ej. la catedral de Barcelona) y se restauraron otros. Uno de los más emblemáticos fue el Palacio 
de Westminster (1836) sede de las dos cámaras del Parlamento Británico en Londres.

Escultura: La escultura barroca se desarrolla a través de las creaciones arquitectónicas, sobre todo en estatuas, y también en la ornamentación de ciudades en plazas, jardines o fuentes. En España también se manifestó en imágenes religiosas talladas en madera, en la llamada imaginería que esperaban despertar la fe del pueblo.
Sobresalieron las figuras de Rudé (La Marsellesa) y Carpeaux.
Pintura: Frente al predominio de la línea y el dibujo neoclásicos, el color y la luz adquirieron protagonismo. Se concedió especial relevancia a los temas históricos representados a mediante escenas célebres, pero también fueron tratados profusamente los coetáneos. Frente al inmovilismo neoclasicista los cuadros románticos estaban impregnados de gran dinamismo. La naturaleza adquirió un particular significado siendo captada en sus facetas más violentas y salvajes. Destacaron pintores como Géricault (La balsa de la medusa) y Delacroix (La matanza de Quíos y La libertad guiando al pueblo) en Francia, así como Friedrich en Alemania.
Música: Arte eminentemente aristocrático la música fue adoptada por la burguesía como actividad especialmente apreciada y constituyó un signo de distinción (Ópera). Proliferaron los auditorios, las sociedades musicales y las salas de conciertos. Descollaron entre otras las figuras de Beethoven, Schubert, Chopin, Schumann o Brams.
Literatura: Característico de la producción romántica fue el interés por temas como la naturaleza, la poesía popular del pasado, las leyendas de la Edad Media o el teatro del Siglo de Oro español. Sobresalieron las figuras de Walter Scott y Lord Byron en Inglaterra; Heine en Alemania y Victor Hugo en Francia.


 

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