viernes, 17 de diciembre de 2010

Defensa de la Literatura Fantástica

Si la realidad es opresora de sueños, de creencias, de convicciones y de libertad: puede ser que sea culpable. Si la realidad es abierta y permite disidencias, libres interpretaciones, e incluso delirios: podría ser inocente. Eso lo juzgarán ustedes.
El mundo y la sociedad humana puede ser tan opresora del mismo hombre y volverlo tan finito y limitado, que a veces ni ellos pueden soportarlo. La necesidad de perpetuarse, de cambiar su entorno, de volar con su mente a un lugar donde la vida no duela tanto, o consolarse porque en algún lugar inventado duele mucho más. Son todas excusas humanas que inventan mi existencia. Y mi existencia es tan real como la realidad misma. Existo en cada pensamiento, existo en cada palabra, en cada libro, en cada idea. Inocencia y Culpa son palabras tan limitadas como breves. Mi existencia nunca puede traicionar a una realidad de la que formo parte tan visceralmente, que yo no podría existir sin la realidad. El hombre crea, respira, escribe y sueña desde lo que conoce, desde lo que transforma. Pues entonces, sin realidad, tanto como sin ficción, yo no tendría de donde alimentarme ni de donde obtener una razón de ser. ¿Por qué habría de traicionarla? Yo existo porque hay realidad y ayudo al hombre cargarla en sus espaldas.

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